sábado, 27 de octubre de 2012

Un gran salto.

Siendo muy joven aún, sin embargo, toda una vida de sacrificios para llegar a este momento. Mientras subía aquellas escaleras verticales, visualizaba el salto que tantas veces había repetido. Un triple salto de espaladas carpado, no llegaba a romper el agua.

Una semana de competición y meses de duros entrenamientos terminarían ahora. Anduvo hasta el borde del suelo hormigonado y miró hacía abajo. Con los ojos cerrados, repitió una vez más los movimientos hasta llegar al agua. Levantó los ojos y se sintió preparado. Se impulsó con sus piernas y saltó.

Desde abajo se veía como el saltador se elevaba, se elevaba, se elevaba. Subía y subía. Llegó a desaparecer en la distancia. Nunca más se supo de él.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Vamos a jugar.

Los tres, vestidos de traje negro en los vértices de un triángulo equilátero se miraban fijamente a los ojos. Se apuntaban con sus Magnum 45 cada uno al entrecejo de su openente izquierdo. Impasibles dejaron pasar el tiempo, ¿quién sería el primero en disparar?

Parecía que nadie iba a comenzar, cuando los tres, al mismo tiempo, alzando la vista y cada uno en la misma dirección, advirtieron que otros tantos, vestidos con trajes azules les apuntaban con nuevas Magnum 45.

Esta imagen se repitió en infinidad de planos y distancias solo variando el color de los trajes. Ahora sí que sería divertido disparar. Se escuchó un primer disparo seco "pum", después todos, uno tras otro, en un ruido ensordecedor, fueron cayendo en un dominó tridimensional.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Cuidado por donde andas.

Salió del hotel antes de cenar. Llevaba varios días en la ciudad y por fín disfrutaba de un poco de tiempo libre. Había decidido conocer las calles del centro histórico. Pensaba que no había nada mejor que viajar y conocer el mundo para derribar esos prejucios sobre los demás que son causados por la ignorancia y el desconocimiento.

Inició su paseo. Abundaban los edificios de piedra, estaban recien restaurados y le parecieron preciosos. Tenía otra idea de la ciudad donde se hospedaba.

Siguió caminando y sin darse cuenta se perdió por un entresijo de calles estrechas. Pequeñas tiendas y bares con cierto gusto ocupaban los bajos de ambos lados de la acera. Cada vez era menor la luz que alumbra su paseo y en pocos metros tiendas y bares desaparecieron. Tampoco vió a nadie alrededor y el más absoluto silencio le envolvió.

Comenzó a preocuparse, a izquierda y derecha no veía más que calles cada vez más estrechas, solitarias y silenciosas. Hecho a correr, pensó que de esta manera saldría antes de aquella pesadilla. Pero pronto paró, notó que no eran las calles las que se estrechaban, eran los edificios los que se movían y se acercaban. Paralizado, no pudo evitar que en pocos segundos la presión que ejercían los muros contra su cuerpo le llevaran a dejar de respirar a morir, allí, de pie.

lunes, 10 de octubre de 2011

Lo que puede llegar a pasar

Dejó de leer y se quedó sin Historia.
Dejó de escribir y no supo leer.
Dejó de cultivar la amistad y se quedó sin amigos.

domingo, 3 de julio de 2011

Me salvé por los pelos.

Era una noche de tormenta (como la de ayer), las luces de los relámpagos seguidas de un atronador ruido habían conseguido varías veces despertarme de mi poco profundo sueño. Después de uno de aquellos, sonó el timbre de la puerta; una, dos...hasta cinco veces. Tuve que levantarme sino quería que despertaran a todo el vecindario, pero antes de abrir eché un vistazo por la mirilla.

Si quereis que os diga la verdad no me sorprendió lo que ví al otro lado. No eran pocos, estaban allí todos aquellos a los que durante estos años he dado muerte en los relatos de este blog.

No les podía negar la entrada, al fin y al cabo, formaban parte de mi pequeña historia. Uno a uno fueron pasando, les fui acomodando en el salón. Una vez que todos tomaron asiento, noté al más alto con ganas de intervenir y le pregunté: "¿Qué haceis aquí?"

"Bueno... Hemos hablado de la posibilidad de que tú compartieras con todos nosotros el dolor y soledad a la que nos condenaste. Es por esto que estamos aquí. Como puedes ver, hemos traido las armas y demás utensilios de matar, todos aquellos que un día tu imaginaste. Empezará el chico joven que tienes a tu lado. Esperamos que te duela."

No sé de donde saqué las fuerzas pero con un tono amable le contesté:"Oye, que esto no tiene por que acabar así. Ahora mismo cojo el portátil y esto lo solucionamos. A ver...nada...que me pongo. Supongamos una historia... como esta (tecleaba a toda velocidad)... Habéis venido y con toda razón queréis venganza. Habéis sido educados y no tengo nada que reprocharos (sigo tecleando), pero amigos, tengo que deciros y quiero que sepáis que sois la parte más importante de mi pequeña carrera de escritor mediocre, os lo debo todo (echaban humo las teclas). Habéis sido capaces, de que por unos instantes, me creyera creador y relator de breves historias... de vuestras Historias. No sois lo más importante, chicos, sois los verdaderos protagonistas. Por favor, iros en paz...Y se fueron (dejé de teclear)".

Bueno...me volví a la cama. Seguía lloviendo.

martes, 14 de junio de 2011

Tengo que descansar

Cuando uno se centra en su trabajo termina perdiendo la perspectiva. Cuántos, a cuántos hombres he quitado la vida, diez quizás veinte. Cierro los ojos y mi mente los confunde. No, ahí están todos ellos en un solo cuerpo, su único brazo se alza y armado con una enorme hacha, esta, destroza mi cabeza.
Nada ha merecido tanto esfuerzo.

lunes, 18 de abril de 2011

Escribir es un placer.

Me había sentado frente al ordenador. Había llegado a casa con ganas de follar.
Las ideas iban conformando un pequeño relato. Allí estaba ella, medio desnuda.

Comienzo a teclear, todo parece claro. Los dos, sin ropa, miradas con complicidad.
El relato ya tiene cuerpo. Pasamos de las caricias y comenzamos a sudar.

Me pierdo con las palabras pero no me desvío en la trama. Por fin llegamos a esa postura que nos hace disfrutar.

Si, todo controlado veo el final de mi historia. Si, si, si...el final ya está aquí.
Ahhhhhhh...Otra vez, hemos llegado juntos los tres; ella, yo y mi relato.