jueves, 10 de marzo de 2011

No es oro todo lo que reluce

Salí a trabajar. Cogí el coche, era temprano y una densa niebla me acompañaba por todo el camino. Unos kilómetros más adelante la niebla no me dejó ver.

El coche pareció parar al mismo tiempo que se elevaba. En un instante un sol explendido eliminó todo resquicio de nube.

Pude ver al frente diez, doce quizás veinte mujeres desnudas que se acercaban. Una de ellas llegó hasta mi y me invitó a salir del coche. Me dió la mano y me llevó con sus compañeras.

Hice lo imposible, miento, lo posible por que me quitaran la ropa, en un segundo me quedé desnudo. Poco a poco sus dedos fueron tocando todo mi cuerpo hasta que fue atravesado por afiladas dagas que me hicieron no volver nunca más a mi casa.

Había sido vengado por todos mis pensamientos lascivos.

2 comentarios:

Timone dijo...

¿Y por qué se tienen que vengar?

Por más que imagine no se me ocurre nada malo, sino todo lo contrario..

Unknown dijo...

Ya, siempre viendo el lado negativo de las cosas que no los son. Bueno, quizas si huberia seguido de otra forma censuraran la página.