El coche pareció parar al mismo tiempo que se elevaba. En un instante un sol explendido eliminó todo resquicio de nube.
Pude ver al frente diez, doce quizás veinte mujeres desnudas que se acercaban. Una de ellas llegó hasta mi y me invitó a salir del coche. Me dió la mano y me llevó con sus compañeras.
Hice lo imposible, miento, lo posible por que me quitaran la ropa, en un segundo me quedé desnudo. Poco a poco sus dedos fueron tocando todo mi cuerpo hasta que fue atravesado por afiladas dagas que me hicieron no volver nunca más a mi casa.
Había sido vengado por todos mis pensamientos lascivos.
2 comentarios:
¿Y por qué se tienen que vengar?
Por más que imagine no se me ocurre nada malo, sino todo lo contrario..
Ya, siempre viendo el lado negativo de las cosas que no los son. Bueno, quizas si huberia seguido de otra forma censuraran la página.
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