lunes, 15 de junio de 2009

Duelo a muerte

Ahí estabamos los tres. O mejor, aquellos dos y yo. Les miré a los ojos y sin dudar supe que era mi último combate. No levantan más de medio metro del suelo pero esta noche iba a morir.

Intenté defenderme como pude, lancé ráfagas de fuego por la boca y mi cuerpo se retorcía alejando dientes, garras y plumas.

Sentí un dolor insoportable en los ojos y comenzaba a desgarrame por el costado sintiendo como pequeñas cuchilladas.

Tumbado en un gran charco de sangre fuí consciente del suspiro con el que deje de ser, al tiempo que aquel pato y aquel puto gato crecían, crecían y crecían.