sábado, 27 de octubre de 2012

Un gran salto.

Siendo muy joven aún, sin embargo, toda una vida de sacrificios para llegar a este momento. Mientras subía aquellas escaleras verticales, visualizaba el salto que tantas veces había repetido. Un triple salto de espaladas carpado, no llegaba a romper el agua.

Una semana de competición y meses de duros entrenamientos terminarían ahora. Anduvo hasta el borde del suelo hormigonado y miró hacía abajo. Con los ojos cerrados, repitió una vez más los movimientos hasta llegar al agua. Levantó los ojos y se sintió preparado. Se impulsó con sus piernas y saltó.

Desde abajo se veía como el saltador se elevaba, se elevaba, se elevaba. Subía y subía. Llegó a desaparecer en la distancia. Nunca más se supo de él.

1 comentario:

Carlos Naya dijo...

Jaja!! Qué buena esta historia primo! Me ha encantado.