jueves, 27 de mayo de 2010

La extinción de la raza humana

Noche de verano, un ronconcocacola y la mirada perdida en el cielo. Una, dos, tres, cuatro...habían anunciado lluvia de estrellas y el espectáculo acababa de empezar.

Desde mi terraza tenía la butaca perfecta, dos horas después ni siquiera me había levantado. Allí a lo lejos, próxima a la Osa Mayor, se adivinaba otra más. Comenzó su viaje, recorrió parte del firmamento pero esta vez no desapareció. La pequeña luz se acercaba y casi sin darse cuenta aumentaba su tamaño.

"No te pierdas esto", exclamé "sal a la terraza, es precioso". Los dos juntos vimos como aquella luz se acercaba. Boquiabiertos, no salimos de nuestro asombro cuando la luz no parecía parar, se dirigía directa hacía nosotros. Su tamaño se había multiplicado por mil y ya sólo veiamos una gran bola de fuego que se precipitaba sin remedio. Nos cambió la cara hacía una mueca desencajada, nos agarramos las manos y en ese momento y después de un ensordecedor ruido, nuestros cuerpos y los del resto acabaron desintegrados.

3 comentarios:

orris dijo...

Seguro que alguien viendo esa bola de fuego acercarse se untaba con crema protectora para no quemarse.

Sería el final de la raza humana pero también de la crisis que también hay que ver el lado positivo de las cosas.

English Little Pills dijo...

Pues a mí como final me parece estupendo: bonito, espectacular, rápido y limpio. ¿Cuando quedamos a tomar unas cervecitas en una terraza?

Timone dijo...

Me ha encantado, disfrutar de una desintegración desde el palco, asiento preferente.
Y que te parezca genial. La ignorancia hace tan feliz! jajjaa